martes, 27 de noviembre de 2007

Tlalchinawi...Madre tierra luminosa de conciencia




Este mural es fruto del proceso de reforestación en el Parque Nacional El Veladero.
Posterior a los problemas encontrados para la unificación del objetivo que era la protección de todos los que vivimos en la zona de posibles daños, en caso de derrumbe por las lluvias torrenciales como fue el histórico huracán Paulina. Nosotros (los que vivimos en la cuenca, pagamos impuesto predial, luz, agua, drenaje) seríamos los principales afectados si sucediera como en Chiapas el derrumbe de un cerro completo.

El paracaidismo, en éste caso, la quema de bosque para ascentamientos irregulares, cambia los causes naturales del agua de lluvia, reblandece los suelos por la deforestación. Ojalá y evoquémos algún día la comprensión de dichos actores: gobierno, pobreza, ciudadanía, para proponer otros contextos de aprendizaje, de expansión de la conciencia, de sustentabilidad .

Metafóricamente es como mi letrerito de "No a la deforestación"... Quedó corto, cortísimo comparado a lo que pueden lograr los maestros del pincel.

La información que genera formación es urgente. Aprender...hasta dos horas antes de morir, tener la disposición de aprender. De recibir la crítica, aunque duela.

Al no poder conciliar los intereses, al no encontrar eco en las instancias oficiales porque tienen otras prioridades como conservarse en el poder, como ganar votos, como negociar con el dinero del erario. Esa sensación de horfandad que la deja a uno en la lona, literalmente, entonces es una lucha, lo entiendo y agregaría, una lucha que expande la conciencia.

El día que nos bajaron con todo y los árboles, regresé y dibujé un letrero que pegué en la ventana (de mi hogar). Era el Veladero con la carretera partiéndolo en dos. Lo comparto para evidenciar que no se parece en nada al Mural, pero sirvió para detonar la idea.

Una barda maltrecha, un sitio de accidentes, un espacio para la delincuencia, una misión imposible, pero existían elementos suficientes para que surgiera la idea.

Invitar a un muralista. Así, llegué a proponerles la idea a Nicolás de Jesús, Víctor Juárez y Gabriel Trinidad. Le preguné a mi amigo Juan Carlos Moctezuma (editor del periódico "El Sur") que si conocía a algún muralista. Me contactó con ellos.

¿He dicho que nos atravesaron una combi por subir a "Vista Hermosa" por órdenes de no sé quién? Pero Nicolás de Jesús habló con los empleados de una constructora y en diez minutos ya estabamos bajando sin mayores problemas.





Tlalchinawi es fruto de esa convivencia.





No hay nada que pueda pagar esa labor social de dar "pinceladas de conciencia"



Inauguración:


Sábado 1° de Diciembre 5 p.m.





Sebastián Elcano 11 esq. James Cook del Fraccionamiento Costa Azul en Acapulco Gro.


Puedes traer algún poema o cuento para compartir, sólo inscribete en la misma dirección a las 10:00 a.m hasta las 12:00





La nieve de coco y limón llegará a las 12:00, medio día.
Por la tarde-noche se servirá una rica barbacoa que hace un amigo del "El tío Alex" en condesa, donde Rubén Espinosa y su familia atienden a los turistas con calidés platillos de cocina internacional.

Nicolás traerá mezcal, para degustarlo con ellos.

Para Nicolás, Víctor y Gabriel, el mural representa el "Movimiento artístico por la resitencia comunitaria". Inauguración del mural y exhibición de arte.


Que lo disfrutes.


Atentamente
Rocío Durand

domingo, 23 de septiembre de 2007

Fin del hombre del petróleo.


El transportte públcio fuera de control.
En Acapulco miles de personas necesitan utilizar este medio de comunicación, un medio de enriquecimiento para sus propietarios lo hace peligroso por correr a ganarse el pasaje y entregar una cuenta copiosa.
Los topes, la falta de autoridad (otro tope para sanearlo), la corrupción.
"El fin del hombre del petróleo". Organiza el Dr. Luis Tamayo, Seminario de Cultura interdisciplinaria, Cine teatro Morelos, todos los viernes de 5 a 7 p.m. Entrada libre. Organizan CIDHEM, Centro morelense de cultura.
Próximo seminario: "Agua y seguridad nacional"

jueves, 13 de septiembre de 2007

Estampas conmemorativas...






"Les pregunté su nombre...pero se me olvidó".


Esta peculiar pareja lleva varios años, camian siempre por la misma cuadra, la del mercado de artesanías "El pueblito" entre Av. Universidad y la Costera Miguel Alemán; viven de la caridad. Él, es invidente. Ella, un lazarillo fiel, protectora, solidaria, guardiana del tesoro más preciado... la confianza. Viven virtuosos el amor sin barreras por prejuicios.











"Roberto y Alejandro"


Bajan desde Las Cruces a la Costera, limpian parabrisas, les gusta el mar; vienen a conseguir unas monedas...

¿Van a la escuela?

¿Para qué quiere los nombres?...el semáforo cambió al verde. No hubo tiempo de darles una respuesta, sólo intercambiamos sonrisas.


domingo, 26 de agosto de 2007

¡Gloria!


De: Rocío Durand


Desde el mercado central, con nostalgia recordé mi niñez; muy pequeña siempre acompañaba a Ana, a mamá o a Martha a la compra, recuerdo tantas imágenes como aromas, sabores porque éramos marchantes y siempre había un pedazo de piña, de queso cotija o alguna degustación para darle el visto bueno a la sandía; un cuchillo se deslizaba en zigzag hasta trazar un perfecto polígono asomado por la presión del filoso cuchillo, lo tomaba con mis manos a la mínima seña y lo engullía de un bocado. Así era ir por la mañana y encontrarle gusto a esos espacios llenos de vida. No había supermercados tan iluminados como ahora. El suelo era lodoso, casi siempre húmedo, tal vez tenía cemento pero no lo distinguía entre tantas huellas de pisadas, gotas de algún grifo mal cerrado, guacales que sostenían los tablones con camas de ramitas cuidadosamente colocadas para recibir y mantener fresca las pilas de fruta y toda clase de mercancía, mi nana siempre llevaba una cesta de mimbre para ir acomodando el mandado. Ella portaba un delantal, sus trenzas olorosas a vaselina y su desdentada sonrisa. Me tomaba de la mano, yo sentía un muñón poco común que me recordaba la anécdota de su caída por la escalera de caracol de su anterior trabajo, al sostenerse para evitar resbalar completamente desde arriba, su dedo quedó atorado desde la última falange en un barrote de la herrería oscura.

Hoy estuve en el mercado central, vino Laura Zúñiga Orta desde el Estado de México a leer su primera novela; algunos fragmentos, la noche del sábado, tenía el boleto comprado para el siguiente día a las 8:30 y quedé de llevarla a la terminal por el rumbo del mercado cemtral. Al dejarla, crucé la avenida en busca algo humeante y oloroso para desayunar, y hacer de ese momento algo inolvidable; como sólo aquí, en el mercado, puede uno encontrar.

Pregunté a una doña con su cubeta de pintura que guardaba tamales si llevaba café pero no, ella preparó arroz con leche. Seguí el camino y dando la vuelta a la manzana estacioné mal mi vehiculo para descender a buscar eso. Por la acera con locales aún cerrados sentí un aroma a café con una brizna de azúcar que me hizo elevar mi rostro para encontrar a una mujer que tenía cuatro cubetas con distintos líquidos; café con azúcar, café con leche, avena con canela y chocolate con leche; no faltaba el cesto de pan dulce y de sal. Mi nana siempre desayunaba café de olla con un bolillo sopeadito, así que pedí el café y tomé un cuerno alargado de sal para iniciarme en el sopeado público. Con ello antojé a más de ocho conductores de taxi, transeúntes y a una niña con su madre, vigilaban la entrada del baño público. Todos pidieron su respectiva bebida y aquel cuerno de sal.

Mientras consumía mi manjar de reyes, platiqué con Gloria, ella tiene 25 años vendiendo pan dulce y café cada mañana. Tres horas dura su jornada. Así sacó adelante a los hijos que un padre le dejó por desobligado, esa es la historia de tantas mujeres en Acapulco, en el mercado hay muchos puestos custodiados por mujeres. En verdad, ellas mueven a Acapulco.

El pan de mujer, pan de leña, bolillo ranchero en un cesto redondo sobre la cabeza ambulante del bolillero que grita..-¡Bolillooooo, bolillooo rancherooo! Es garantía de sabor inolvidable, correoso, pero que rico sabe con su queso de rancho y algún chilito en vinagre.

Ya lo sabes, si me quieres encontrar de seguro estaré desayunando café y pan en el mercado central.

¡Buen provecho!

viernes, 24 de agosto de 2007

Buscaba algún texto para darle aire a mi espacio...

Tuve una semana literaria, participé con dos lecuras en el XVIII "Encuentro Estatal de Escritores: El Sur existe... a pesar de todo." Disfruté muchisimo escuchar y también leer. Participé con el cuento "Embrollo" que en un principio se llamó enredos de saliva hasta llegar a Embrollo.

El segundo día leí el cuento de "Las abuelas se van porque no las escuchan". Una abuelita me aplaudió mucho y le regalé el cuento. Me sentí halagada. Me daban ganas de leer más, algún poema, pero son tantos autores los que deseamos ser escuchados que mejor sólo leí uno, así terminó el evento hasta las doce de la noche.

Al terminar, fuimos al Galeón, un bar. Humberto Aburto organizador y padre del encuentro desde siempre, dijo que será el último encuentro con esas caracterísitcas. No lo dejarémos morir.

Durante el segundo día, de escuchar a José Dimayuga, surgió la inspiración para contar de una manera coloquial, un evento del martes pasado en la Asamblea de residentes de donde vivo. Lo puedes leer en http://www.madreceiba.blogspot.com/ Está un poco mandado pero así es, como la necesidad de expresarlo tal cual. Se llama: "Dicen por ahí..."

También escuche a David Yaurima, cuentista, poeta, tiene en su blog, muy pronto lo agregaré para que disfruten la versatilidad de éste valioso joven creador.

Fui a la inauguración del cine Lésbico Gay en Cinema Ahorro, inició el miércoles con las películas David, y, otra; El Cielo dividido. Entrada gratis y público poco acostumbrado a apreciar no hacen buena mancuerna. Además de que se pasmó la imágen varias ocasiones. Pero finalmente se convivió y apreció esa otra manera de entender y vivir el amor. Respetable

La primera basada en la novela del mismo nombre narra la historia que surge de cruzar la mirada un muchacho mudo que cursa la secundaria y un desempleado. Los cuerpos sin bello son bellos. Me dejaron entender la homosexualidad de los griegos y su placer, el goce por el otro.

El cielo dividio estuvo filmada en Ciudad Universitaria en la ciudad de México, es muy hermoso el campus. Los protagonistas de belleza estética que causó la admiración evidente de algunos asistentes del público, son una pareja que demuestra su cariño públicamente, pero las escenas en silencio son constantes.

La represión social y el rechaso a su forma de vida los hace desarrollar un diálogo hermético, encriptado, códigos de emoción intensa. Mirarse entre libros es divertido y sensual.

Luego de ambas películas, el dramaturgo José Dimayuga, ofreció unas palabras, se regalaron folletos de la ley de convivencia, bocadillos y vino de honor.

Yo estuve platicando con David Yaurima, fue muy agradable escuchar sus anécdotas cuando ganaron el premio del FOECA, Conaculta los llevó al consejo tutelar a leer su trabajo a los presos y fue muy intensa la experiencia para él. Su naciente grupo de teatro callejero, fueron quienes promovieron con carteles darse abrazos con cualquier desconocido por la playa Manzanillo.

Es edificante encontrar nuevos amigos y colegas.

domingo, 5 de agosto de 2007

De Raúl Ortega (Poeta Cubano)



Para alejar la vejez de una mujer

Yo nunca he sido mío / más bien he sido el nadie de los otros / el tuyo algunas veces / la cifra que nos toca / la huella delatora / finalmente el jirón enganchado en la cerca/ Tampoco tú eres tuya / Las mujeres pertenecen al tiempo que acorrala y persigue y entierra su colmillo rabioso / y se va defecando el polvo de los huesos/ Puedes estar tranquila / toda tu vejez la he cargado a mi cuenta / Puedes quedarte así / embalsamada de luz y de deseos / de sangre oteando por encima del rostro del que mira/ Visité el taller donde la muerte teje sus patrañas / y logré cambiar el filo que estaba dirigido a tu nombre / por tres jorobas más en mis espaldas/ Puedes quedarte así / insultando al que pasa y al que está por pasar / mientras almuerzo la alegría de mi dedo rebotando en tus carnes / y hago de pararrayos contra el relámpago doloroso de la celulitis / de dique soportando el oleaje en la playa cruel de las arrugas / de horno para calentar tus manos de niña traviesa / y ensalivarlas / y moldearlas / para que no las escondas delante de los periodistas/ Y me dirán cochino / libidinoso viejo / cuando vean que te siento en mis piernas / y no dejo que el rayo de sol te atraviese la cara / y me vean de capa de ozono / de paraguas / de agua de lavanda / de cortina contra el humo que ennegrece la piel / de aceite / de crema que abre el blanco ventanal de tus poros / de puntal de caricia bajo el seno que cae / de tinta de pulpo enamorado vigilando tus canas / de cordel de marioneta amorosa que levanta las nalgas / de azogue del espejo que denuncia y que mata/ Los ojos de la muerte no me asustan cuando miro a través de los tuyos / Puedes estar tranquila / Yo me gradué de nacer y morir tantas veces / de escuchar que te mato y te vuelvo a matar / de no dejar que el tiempo tropiece con tu sombra/

sábado, 28 de julio de 2007

"Embrollo"

Rocío Durand

En la penumbra se escondía un ojo avizor tras la persiana entreabierta, desvencijada. Era de noche, llovía. Podían verse caer rayas, eran veloces gotas tupidas al pasar por el costado de los arbotantes del alumbrado público. El pavimento brillaba como un espejo al refractar los acontecimientos para multiplicar su efecto.
Se escuchó el cierre de una maletilla, luego el celofán y el olor a dulce de menta exhalado por un aliento de pulso acelerado al ritmo de un reloj antiguo al marcar la hora del crimen.

Hilario andaba descuidado, ya no se le veía de guayabera azul claro, rasurada impecable con el dibujo apenas notorio de una hilera delineando su rostro afilado. Sus ojos grandes se sumían de tanto haber llorado, cargaba ojeras de melancolía y dolor.

El sobresalto se apoderaba de él por cualquier insignificancia. No era para menos, después del susto que se llevó al aceptar el trabajo de la oficina virtual en un portal de Internet donde dejó sus datos, un currículum de dos hojas conciso cubrió los requisitos. Le llamaron al celular.

La primera entrevista fue virtual, la pantalla se transformó en el escenario de una hermosa ciudad; desde el piso 128 de un rascacielos y el mar rodeando la isla de Manhatan, ahí un individuo vestía traje gris de caída fina y corbata palo de rosa satinada; le habló de perfil, pasmado, embelesado por el horizonte. Éste le pidió acudir a una oficina de atención a clientes en la plaza principal, le dio una clave para recoger un radio y recibir las tareas e instrucciones de su nueva relación laboral. No había seguro social de por medio, ni la firma de un contrato, era un trabajo de ganarse la confianza, por lo que desarrolló una intuición de alfil en un juego de ajedrez.

La “pizca” ese año había resultado abundante por las lluvias, su familia sembraba maíz pipitilla en un pueblo de Guerrero. Dejó a su mamá y hermanos hacía ya varios años y su padre había muerto en una riña posterior a la fiesta del mezcal. De todo ello sólo conservó el gusto por los calcetines grises, quitarse los zapatos durante el recorrido del autobús a la montaña cuando visitaba a su tío Pedro, el de las historias fantásticas, los cuentos de terror, las leyendas contadas al pie de la Ceiba más antigua del pueblo. Tío Pedro congregaba a chicos y grandes por igual. No había cine, ni televisión, sólo amplios espacios, cantos de grillos, ranas, pájaros y animales de granja.

Esas historias lo acompañaron durante sus idas a la tele secundaria, donde se enamoró de María, la niña de pelo negro y grueso con una trenza de ceda y brillo azabache. Los primeros besos cuando jugaba a pasarse hojitas de menta fueron con María.

En esas andaba recordando, pero ahora Hilario entristecía con facilidad. Esa decisión le había cambiado la vida por completo.
Muchas imágenes lo perseguían. La de mayor impacto fue aquella del tostador eléctrico donde un hombre rapado con el cráneo tatuado, metía dedos amputados para enviar mensajes, sembrar el terror en los familiares y pedir rescate. Tenía pesadillas, imaginaba un collar con ellos colgando, notas de un teclado a manera de tono en su localizador, le anunciaban el cobro exitoso del rescate por medio de aquella voz que lo contrató virtualmente. ¿Qué confusión, dónde empieza la realidad y dónde termina el lado virtual de esta vida?

Nunca supo su nombre.

Huyó, trató a como diera lugar de escapar a esa voz tan amable, dulce que se ofrecía insinuándole los pasos a seguir tal vez desde aquel penthouse alfombrado en New York.
Era clara, casi decente, la voz daba instrucciones; se notaba fuereño al dar el número telefónico de forma distinta a la costumbre.

Esa vez la instrucción fue precisa: Ha cumplido su trabajo Hilario, ahora tome el paquete que se encuentra sobre de la mesa en el departamento 104 de la calle 5. En él había suficiente dinero para cambiar de vida.

Lo hizo. Tomó el primer vuelo a Cancún, quemó el expediente con la lista de nombres para su próximo trabajo. Debía dejar todo limpio, nadie notaría su ausencia. La constructora terminaría la obra en unos meses. El “inversionista” recuperaría con creces el capital. Botó el celular en la tina de baño, ropa, cepillo de dientes, llaves del “Audi” rojo que siempre había anhelado.

Frente al espejo una mañana miraba su mejor negocio: Soy Pedro Gómez, vengo de Aguascalientes; ensayaba el discurso para inscribirse en la clase de yoga de una maestra vegetariana. Una clínica construida con lavado de dinero para relajar a los empresarios efímeros del negocio millonario de la pseudoefedrina. Ahí depositó sus angustias, tristezas, melancolía… Suspiraba del letargo en el que lo dejó el tecleo de un piano en el celular; sonaba y la atmósfera se cubría con una secreción de adrenalina, ello hacia ladrar a los perros hasta erizarles el pellejo. Agitaba su corazón y abría su próxima menta. Era la parte que le dolía: haber mezclado un sabor favorito con esos malditos eventos. Ahora estaba condenado a suprimir aquel dulce recuerdo del sabor de las hojas en el campo recién mojado por la copiosa lluvia, morder las suaves, verdes, delicadas hojas de menta que crecían entre el jitomate, el ajonjolí y los matorrales donde encontró un día a su tío haciendo el amor con la vecina Eulalia. Le había gustado mirarle la falda, como meneaba el tableado gris Oxford y el delantal de encajes. Ahora conocía lo que guardaban esos pedazos de tela. De ahí su gusto por los calcetines grises.

En la penumbra van siluetas danzando al jadeo del amor; unos besos juguetones con el dulce de una hoja de menta cuajada de rocío tronando entre los dientes ávidos de ese fresco aroma que emana una lengua traviesa, ansiosa por ensalivar a María.

Tía Gertrudis



De: Rocío Durand

Que horroroso miedo da la muerte. Tiene bien enojada a Sonrisas, el encanto de reír es suyo como salir el sol en las mañanas frescas, pero hoy se nubla, se adormila deprimida. Lo disimula con cara endurecida, voz de gendarme en órdenes que la alejan de sentirse, para cubrir de una coraza sus tristezas.

Sonrisas visitó a la tía Gertrudis, la vio pálida, ojerosa, cadavérica. El pelo cayendo a mechones como cuando la lluvia se ausenta de los cerros en otoño y los campesinos pichcan el ocoshal por veredas y caminos; así la “quimio” destruye el cáncer pero la consume. Ella escogió morir poco a poco desde siempre.

Tía Gertrudis se puso feliz. Una emoción de niña la ahogaba al ver llegar visitas. La otra tarde se cayó en la regadera, un hematoma le recuerda: ¡eres débil! en el muslo de la pierna derecha.

Qué mendigo miedo morir, hablar siquiera de muerte. A mí no me lleves a visitarla, decía el hijo de Sonrisas cuando acompañaba a su madre. Gertrudis; la tía de los milagros la cuidó tantas veces de niña que no podía esperar a abrazarla. No quería que le ganara el frío y la hiciera pasar más tristezas, nostalgia o melancolía de guardarse el abrazo para la vida después de esta vida. Sentía que a la tía Gertrudis, como a un pajarito humilde, tierno, dejaría de latirle el corazón. Llegó y, el abrazo. Duró por mil segundos haciéndolas sentir un solo ser, con todo el amor que cabe en un suspiro se la apretaba al pecho para meterse en el de ella y pasarle la vida que se le estaba “yendo” por grutas y recovecos del muro cruel que construyó su soledad. “Míjita” decía: La soledad me mató. Y su voz iba desgarrando el espacio de la conversación. Ahí mijita, sus ojos se rasgaban de incomprensión, de dolor del alma. Cómo extrañaba el abrazo avivador, ese como el que le pidió con su mirada al ir al miércoles de ceniza, iban muy juntas casi siamesas, aunque la fila era de a uno en uno y Sonrisas la soltó para formarse tras ella, entonces Gertrudis volteó su mirada a buscarla, ella de nuevo la abrazo y el padre no tuvo más remedio que ser flexible. Es que tía Gertrudis había salido apenas de una neumonía por ir sola al pueblo a arreglar sus asuntos pendientes. Sonrisas se sentó a su lado engarzada a su cuerpo todo el tiempo, la escuchó. Era mejor escucharla que gritarle novedades de familia a la oreja y mirar su entrecejo fruncido de saberse herida, lastimada por alguna palabra, más imaginaria que real, desde su limitado mundo.

Que me inyecten, que me cuenten otras cosas, no quiero enterarme de esos problemas. Uno a uno comentaban los familiares y la dejaban más sola cada día. El tío “Mochila” se llenó de vigor para cuidarla, mantuvo un optimismo festivo frente a ella. La compañía con un cálido e incondicional amor de hermano. Maestro en ocultar sus sentimientos, siempre tuvo una relación secreta que lo obligó a callar, a conversar de cosas externas y sin importancia. Nunca se supo cuánto sufrió cuando perdió a su compañero, nadie lo supo. El tío “Mochila” llevaba a Sonrisas y a sus hermanitos menores al río Churubusco antes que lo entubaran para hacer la avenida a cortar dientes de león para soplarles y pedir deseos, cada semillita se encargaría de sembrar las intenciones sobre la tierra fértil regada por el río. Parecía un ritual donde podían bendecir el agua, pedir por sus logros y dificultades, era un espacio amoroso de libertad donde el leguaje de niños lo impregnaba todo.
Gozaba ir al rancho, a la huerta a cortar manzanas rayadas, perones, duraznos, traía cajas con esa tradición para darle de comer a su familia. Licor de Catorce Tortillas y pan de “Zacatlán de las manzanas”, ojos de pancha, almohadas rellenas de requesón, cuelgas con letreros de cariño untadas de huevo. Ella misma cortaba muchas veces sus manzanas como si cortara uno a uno sus recuerdos y al juntarlos le volvía la vida, los mimos, los baños azufrosos de Chignahuapan. Quería demostrar su cariño porque hacía muchos años que su mundo era un infierno donde entró el diablo de la sordera que la hizo imaginar mil trescientos quince problemas, la hacía gritar y discutir. Sólo era feliz en la huerta de manzanas que le dejó su madre cuando murió. Ahí soñaba, se dejaba acariciar por el viento al caminar con sus botas por el monte. Recogía la cosecha en cajas de madera: manzanas, perones, duraznos, capulines, alguno que otro hongo para asarlo en el comal con salsa y tortillas que doña Amelia preparaba. Ella adoraba a su madre, la extrañó tanto cuando partió de éste mundo. Le ayudó a no morir en aquel tiempo cuando se casó la hermana menor. Ahora Gertrudis conocía ese sufrimiento. Se le casó la única hija con buen mozo, quedando sola, completamente sola pero no; el infierno la acompañó y crecía en culpas, errores, misterios, que cultiva en silencio el cruel abandono de la soledad. Trataba de encontrar amigas al ir a misa y dedicarse a rezar, cambiar ese tormento por un discurso de ángeles, de vírgenes, de santos de inmaculado andar.

A quién se le ocurre morir. Que nadie muera. Para eso no se hacen planes, nunca se piensa en morir.

Quiero llevarme a tía Gertrudis frente al mar, a sentirse abrazada por el inmenso mar que la ha mirado pequeña desde siempre.

Quiero ir volando a ver a tía Gertrudis, regalarle un baño de burbujas como el que me daba de pequeña y peinarla de anchoas y contarle que es la mujer más bella del mundo. Qué mujer, porte altivo, elegante y pausado andar, ligero. Su nariz tan respingada fue su orgullo siempre. Qué hermosa tía decía Sonrisas, al recordar una a una las anécdotas de sus cuidados. La tía soltera, la cuidó de los moscos para que no la picaran, le prestó su pijama cuando la mamá de Sonrisas se iba de viaje. La invitó al cine a ver su primera película de adolescentes, le compró gaznates. Adornó incontables minutos de niña con flores verbales. Qué mujer. ¡Qué hermosura de mujer!

La otra tarde Gertrudis no descansaba, estaba preocupada su gesto lo decía. Hasta que llegó el padre a platicar con ella. “Padre: Me cae mal la enfermera, no me trata bien”. En su casa los cuidados tenían que ser más constantes. La preocupación crecía con todo lo que guardaba bajo la cama. Había cajas, cajitas, cajones con recuerdos, fotografías, amuletos, regalos, detalles que trajo de cada lugar que visitó en su juventud. La cama de tía Gertrudis era un “cofre del tesoro”. Ahí, se olvidó el tiempo pero ella no de aquel apuesto galán que la cortejaba. Gertrudis guardó cada carta de amor, cada prendedor, flores entre los libros, fragancias intocables como para esperar el momento de ser utilizadas a su lado. Manuel, un buen día, no regresó. Para ella fue un golpe que la llevó a su primera muerte en vida de las posteriores. Año tras año, miró el calendario sin noticias. Hasta que llamaron a la puerta. Era el hermano de Manuel con la tristeza colgando en los hombros. Un río interminable se volvió la mirada de Gertrudis. Lloró cada gota de aquel amor hasta secarse, hasta olvidarse de ella misma.
Otro día la hija de Gertrudis buscó en el garaje entre montañas de cajas, a ciegas porque se sabía cada rincón en la penumbra, cuando de pronto tuvo una extraña sensación; entre sus dedos un objeto informe y duro la sorprendió. Prendió la luz. Se aproximó a la caja que algún día contuvo frituras y se escuchó el grito… ¡Mamá… qué es eso! Gritó desesperada por toda la escalera al subir al cuarto de su madre. Mamá: ¿que hay en una caja en el garaje? Ese no es tu problema, a ti que te importa y comenzaba la discusión. Su ensordecido mundo le hacía tener un modo tajante para terminar de discutir y gritar. Cuando llegó la hermana de Gertrudis, Andrea le suplicó que indagara al respecto. Que pasa hermanita, porqué tanto misterio. Mira hermana, es nuestro abuelito Daniel. Cuando fui Zacatlán, me pidieron el terreno donde estaba sepultado, me lo traje con los papeles. Ya lo iba a dejar con nuestra madre en la capillita del panteón pero no he tenido tiempo. ¡Pa´ qué tanto irigote! Hay hermanita. Por favor llévalo tú. ¿Te acuerdas cómo lo cuidamos juntas? Casi se nos caía para acompañarlo a merendar y levantarlo de la cama. Jijiji. Empezaban a reír por las travesuras de niñas. Porque Gertrudis y María fueron las niñas más felices del planeta en aquel pueblo, en el rancho jugaron “Ichcalahuich” era cuando subían a la punta del cerro el ocochal formaba una resbaladilla y con una hoja de maguey se resbalaban por la empinada cumbre con sus amiguitos de la primaria.
A que maldita muerte, como dueles, como no te vas hoy para siempre.
¡Ay, tía Gertrudis! No te vayas todavía. Déjame acostumbrar al silencio, a la soledad, encontrar la vacuna para que no duela tu ausencia.

Tía Gertrudis, se asoma en los balcones del atardecer, mira como el sol naranja se oculta y el mar cena ese placer cada día. Entonces se ilumina cada rincón entre sus sienes, cada recoveco en su corazón se llena de luz y calor a la unión cósmica. En cada colibrí vive el corazón de tía Gertrudis.

Café y Cigarrillos

Hubo una vez en Acapulco Guerrero, el 8 de Febrero de 2006, un 2° Concurso de Reseña fílmica “Mira, siente y escribe.” Con este texto,gané un honrroso tercer lugar. Por algo se empieza.

Película: “Café y cigarrillos”
Director: Jim Jamusch
Duración: 95 min
Por: María del Rocío Durand Cercas

¡Que aburrido, mejor me salgo!, bueno, (pensé) ¿Porqué no me atrapa? Entonces caí en cuenta. Mi percepción: Creo que las personas que fuman dan muchas vueltas para decirse su verdad. No profundizan. Cada caso es único, también loco, raro.

Once historias, cada una se desarrolla en el transcurso de una canción. Actores famosos algunos, otros tan sencillos como los mismos famosos revestidos de cotidianidad.

Darse cuenta de la lucha de poder entre conocidos, de la forma de resolver en lo virtual la vida, entre el humo y lo negro del reflejo de la taza de café.

El cigarro es compañero, es parte del texto, es el pretexto para la compañía, el placer de la adicción, la negación, son el juego de contarse mentiras, cada quien la suya, para soportar la carga en que puede convertirse la vida. La frustración escrita con el humo de la exhalación, el cosmos la disuelve, la mezcla con la realidad: el oxígeno.

La muerte silenciosa y placentera de fumar y tomar café, la vida en gris, la vida en blanco y negro, la negra vida.

¿Un cigarrillo? No gracias (y en automático la mano abre la cajetilla y lo extrae) ya no fumo.

Es como estar en el discurso con el otro sin ese interlocutor, como nos transmitió su locura Carlos Ancira en “El diario de un loco” ¿Había motivo para tanto decir, para tanto enojo, para tanta ansiedad, esquizofrenia…? Loco como el que fuma metido en su mundo virtual cargado de sus propios efectos especiales, los caminos de las mismas soluciones, la rutina, la resignación del mismo significado, inhalar y exhalar los mismos cuentos, los que cada uno nos contamos. ¡Qué locos!

viernes, 13 de julio de 2007

Pedagogía ejecutiva

Por: Rocío Durand

Para construirme elegí
Darle un giro a mi vida
Para conocerme elegí
Estudiar pedagogía.

Buena o mala madre
Aceptación o rechazo social
Belleza estética o
Ermitaño maltrecho y dolido…
Todas decisiones por tomar.

Elegí pedagogía
Por lo ejecutiva de mi existencia
Niña índigo no existía
Ni mucho menos con ADD – TDAH

Pedagogía ejecutiva como síntesis de:
Pedagogía de las decisiones,
De la transformación por conciencia,
De las acciones, las discusiones, la met.amor.fosis.

Pedagogía de los procesos,
La iluminación, el desencanto
Pedagogía del enamoramiento como método,
Del amor al maestro, al Pigmaleón, al Nazareno.

Del descubrimiento, la motivación
La imitación del discurso
La innovación por mejorar un contexto
La adaptación, la necesidad de cambio,
La comprensión de la limitación,
El deseo de trascendencia,
La omisión inconsciente y
El pago del precio en el balance de la evaluación

El constructivismo
Desplaza la figura del maestro
Pero no del amor
Ni de su proceso.

Pedagogía ejecutiva
Donde las caricias alcanzan el corazón, donde la energía
Es la síntesis, la capacidad de selección, organización, interpretación de lecturas como Ausubel, Mayer, Piaget, Vigotsky, Kohlberg, Moran, Thierry, Moreno Osornio, Tamayo, Mata, Ilich, Escobedo, Vasconcelos, Sócrates, Cristo, Buda, Teresa de Calcuta, donde el amor sana los huesos con aceptación, silencio, tolerancia, inclusión, análisis, síntesis, introspección.

Donde la sinergia crea un aprendizaje colectivo,
Da disposición, esperanza, empatía,
Búsqueda científica de la poesía
Para educar a la persona desde el corazón.

VIAJE DE UN ÁGUILA

VISION QUEST
POR: Rocío Durand

Vuelas en picada,
te acercas al polvo,
arrastras tu ánimo de príncipe abatido,
el pelo suelto cubre tu cara de bronce y ámbar;
con la mirada envuelvo tu silueta cansada,
te acaricio, a lo lejos te alcanzo,
acompañarte es mi deleite sin percatarte de ello.
¡cómo me duele tu dolor!
escucho que emana de tu inagotable ser,
la derrota se hace presente en tu mirada
la exhalación de animal caído busca un refugio,
respondo.
Mirándote, puedes sentirme sin hablar.
Amor, estás aquí.
Dispuesta a sanar tus pesares
me inclino ante el altar y uno mis manos
en señal de entrega al cosmos,
al inagotable más allá que nos observa.
Comienzo a sanar tus heridas,
las que veo y las que no puedo tocar
que por dentro te consumen.
Me tomas, entrelazamos las manos,
penetran mis ojos tu mirada de águila
me transporta…evoca a la hechicera que te adora.
Tiras del cinto que sujeta mi ropaje,
mi cuerpo brilla dorado por el sol,
tus ojos de zafiro reflejan el crepúsculo…
la atmósfera se prende acompasando aromas de jazmín
que el viento lleva y trae.
La humedad del momento nos incita,
hundes tus dedos urgidos en mi vientre
recorres mi universo.
Me hidratas con tus besos, me idolatras.
llego a ti en cataclismo de pasión.
nuestro jadeo sonoro, rítmico, se apodera de la entrega
que en el rozar de cuerpos
sube al clímax de la creación.
Un beso como espora
dosifica el retorno;
sublime contacto de unión cósmica.
Ave incansable del paraíso,
me devoras y llevas en tus entrañas,
ya emplumado mi rostro,
el trance de tu amor
hace posible el desprendimiento del cuerpo.
Vuelas, te atreves, desafías la gravedad,
visitas lo inalcanzable y tocas el lado herido de la verdad,
de la búsqueda frustrada: el amor, lo no pensado.
Retornas con el alma plena.
compartes tus dones de príncipe alado
con tu diosa de amor.
Hechiceros de fuego,
alquimistas del cansancio y la batalla,
del miedo a la oscuridad,
nos fundimos.
¡Existimos! Somos lo mismo.
Te siento en mí y tú en ti…
el universo entero festeja,
crea y recrea nuestro sentir…
se expande vivo, sonoro, ligero.

Sutil es el efecto seductor
que nos abraza a diario,
al tener un orgasmo la creación,
nos demos cuenta o no.
¡Todos somos alquimistas
y hechiceros!

Breve ensayo para encontrar las causas de un reclamo.

Había escuchado el comentario:
“no puedes pedir a un niño de kinder
que comprenda situaciones
de uno de primaria o secundaria”.

Pero entender no basta,
en su interior se daba cuenta
que la vida no es solamente
tener un cúmulo de conceptos
en libros leídos y por leer.

Eligió pagar un tratamiento psicológico,
en cuanto consiguió su primer trabajo.
La transculturización de su familia,
le acarreaba una serie de contradicciones.

Inteligente, ágil;
maltratada desde niña,
marcados en su espíritu
llevaba golpes y encierros.

Castigos por ser inquieta y bonita.
baños en agua caliente
como para pelar un pollo,
si el temor la encerraba en su aposento
y mojaba la cama.

La práctica de comer verduras,
evitar la carne,
le trajo amibiasis y anemia
era muy niña para la autoayuda,
dependía del menú familiar.

Cambió de religión,
investigó por todas partes
donde hubiera un bálsamo para la locura.
hasta que Mariana decidió imitar a la gente “normal”
y se casó.

De los motivos del lobo...

De “Los motivos del lobo”…
ó como manejar los procesos de transferencia en una relación maestro alumna y viceversa”
(Sin pretender ser un recetario…ni un rosario).
por
Rocío Durand Cercas

Nada era parecido a verla pasar
inocente, divina, angelical.
Seguir sus pasos a donde fuera.
Recato y cultura la resguardaban como muralla hermética
construida por el prejuicio paterno,
un castillo de la pureza edificado por el taladro de la moral
que la penetró hasta el inconsciente.

Tú, mientras tanto; maestro,
lidiaste con la expectativa lejana a su percepción
de librar una batalla imaginaria al verle a diario
y sobreponerte al deseo de poseer su cuerpo.

El malestar en nuestra cultura
navegaba dueño del todo,
emoción subyugada ante la dolorosa espera.

Una semilla flota en el espacio,
deseando colmar los vientres quinceañeros
del semen animal impuesto a la costumbre
de ser el macho fiel a sus instintos.

¿Dónde hay un ser pensante?
abortada conciencia, amordazada, maniatada con políticas,
quedó relegada por la necesidad, el pago.

¿Es posible… minimizar, anular? Si.
Todo intento quedó arrollado por el “fuerte”,
el galán, el impuesto por los “usos y costumbres”
de algunos machos maquiavélicos
que confabularon en la tertulia bohemia
posiciones y jugadas futuras,
trampas en la calificación, el mensaje por celular,
el acoso de la invitación a comer, para hacer caer alumnas
en su guarida y lograr con ello
la satisfacción de su objeto de deseo.

Observar el presente, con nostalgia.
ideación en retrospectiva; vida…
lamentar tan pocos referentes para tomar decisiones,
poca lectura, vida social, noviazgos…
todo neutralizó la cordura,
cerró la puerta al amoroso juez
al que no aceptó entrar al juego,
que velaba por el amor abierto a la enseñanza,
al ser que regala espacios de crecimiento, reflexión, expansión
al motivar la expresión y construir con senderos de conversación
un lugar en la conciencia de re evaluación y co-escucha.

Y quedó sin fuerza, bajo la decepción,
Una notificación por correo electrónico
De jerárquica decisión,
le puso la cara de cristo,
de humilde ante la impotencia,
atravesado por la necesidad no resuelta;
la carencia, el ascenso y el aumento de sueldo
guardado en el cajón de los premios y castigos.

Quedar como “de hombro, de paño de lágrimas”
para el que se marcha al ser sorprendido por acoso,
actuación equivocada,
pero…ya arrepentido, verle vivo, intacto,
tras la coraza del signo del amen,
del supuesto catártico rezo, la eterna evocación de un perdón,
que fomenta el ego religioso.

Sufrir al ver el fruto de la admiración
avalada por “el diálogo fe cultura”,
impotente, ante el maquillaje de aquella invasión bárbara,
¿causa indignación, enojo, deseos de manifestarlo?
La conciencia se vuelve laxa, dispersa, distante y distinta.

Un ángel de aquellas aulas habló,
comparte:

Si de pronto pudiera volver el tiempo atrás,
te daría las gracias…
por regalarme la posibilidad de elegir,
en medio de tu sentir oceánico,
lidiar con tu contención al no dejarme sentir
la incomodidad de “elegir” donarme a ti
por complacencia sutil.

He de confesar que sentía deseos
de sanar con besos al “ser de luz”
que me regalaba filosofía viva…
y ampliaba mi visión del mundo
al grado de quererte abrazar hasta con mis muslos
y a horcajadas quedarme de ti enamorada.

Te daría las gracias,
por no violentar mi decisión,
por no adueñarte del deseo
pasajero bajo mi piel;

Te daría las gracias,
porque tu abstinencia resguardó
el regalo de tenerte confianza,
la apreciación de mi misma.

Me regalaste el bendito momento de escoger
y acompañarme… con la tristeza mordiendo tus labios,
tras mi cruel decisión, sin enojarte;
de no ser tú quien finalmente
se quedara con ese abrazo de amor
aterrizado en mis primeros orgasmos.

Gracias Maestro por dejarme crecer a mi tiempo
y acompañarme en el conocimiento de mi condición humana
sin quedarte aquí en mi yugular
viviendo de mi juventud y de mí sangre.

Puedes mirarme, admirarme, lo que quieras.
Te regalo mi presencia, puedes quedarte con el deseo,
ese que a media tarde,
con la luz del sol reflejada en tus ojos,
te hace lucir más joven cada día.

Tal vez despiertes de tu sueño una mañana,
ahogado de besos,
empapado de amor
embelezado de sexo…
como señal de que tu espíritu emigró
viajó por el espacio cósmico
donde las almas se entregan en una fiesta al amor
iluminando con sus destellos
el manto oscuro de la noche.

jueves, 12 de julio de 2007

"Las abuelas se van porque no las escuchan"

Por: Rocío Durand

Las abuelas se van porque no las escuchan,
emigran a lugares donde pueden hablar con el cielo,
los montes, la lluvia, el atardecer.
Las abuelas se meten en los sueños, entre los niños,
los abrazan, los llenan de amor, los embalsaman para la vida.

Mi abuela, mi tía abuela, mi amiga abuela,
luchan, se desviven por estar donde las necesitan,
aunque los que las necesiten no tomen en cuenta sus esfuerzos.
Y es que esos esfuerzos son tan sutiles…
cargados de amor que dejan seguir viviendo,
aunque se viva en el error.

Porque las abuelas no juzgan,
aman a pesar de las circunstancias,
aprenden el lenguaje distinto del amor,
de la tolerancia.

Son sabias guardianas de secretos, amores e ilusiones.
Las abuelas son tejedoras de angustias,
catalizadoras del desastre,
remedio casero para la frustración.
Inspiración, cariño, visión cósmica.

Son vírgenes siempre,
porque estuvieron ahí
para transformar el pecado con los años…
en sabiduría divina, porque nunca se olvidaron de amar
y el amor lo cura todo.

Las abuelas son ecologistas,
todo lo transforman, guardan, reciclan
y perciben de mil maneras;
lo multiplican… son como los cinco panes y dos peces de Cristo.

Saben hacer rendir una olla de frijoles,
darle sazón a la vida, sabor a los momentos.

Llevan dulces y tienen chocolates guardados en el cajón para sus sobrinos.
Las abuelas son el motor de la vida.

Hay algunos seres que se dejan poseer
por el corazón de su abuela.
Entonces, hablan desde el corazón,
llenan la ciencia de conciencia,
la teoría de lucha, de transformación, de sentido, de cambio.

Los seres pensantes que se dejaron poseer por sus abuelas,
son los mayores del pueblo; los ancianos.
Líderes sutiles que dejan a un lado los arrebatos,
las malas palabras, los enojos.

Ya no discuten.
Dialogan, piensan, sienten
y no hacen que sienten porque sus cuerpos son ligeros para sentirlo todo.

El negocio de la harina y el azúcar van de pique,
porque los guardianes de los pueblos
ya no comen dulces industriales.
Los enfermaron. Enfermaron a su gente
de angustia, depresión.

Los anestesiaron con el sueño de tener cosas,
cosas y más cosas para engordar
sus cuentas del banco; sus economías.

Quiero ser una abuela.
Comer poquito, mirar, mirar…
mirarlo todo y callarlo todo.
Una abuela que sabe su tiempo de morir
y… sale de casa para dejarse comer por el oso
para regresar a sus seres queridos
cuando ellos cacen al oso y se lo coman.

Mi hermana está con las abuelas… mirándolo todo. No es que sean como Dios. Son de verdad, están, escuchan, miran, sienten. ¡Luchan!

Naturaleza a 35°


Rocío Durand

Miró dentro del maletín de mimbre para evitar que un olvido la hiciera cambiar de estrategia; llovía, las hojas humedecidas salpicaban su cuerpo, contemplarlas aflojó su entrecejo, caminaba ligera, flotando. De pronto la sujetan por la espalda, atan un cedazo sobre sus ojos eliminándole el juicio, rumbo al salón, cayeron una a una sus prendas; escuchaba, olía, sentía… el suspenso la humedecía, la enmudecía. Era mágico sentirse viva. Eso quería, sentirse un cuerpo que escurre como vela encendida.

Reconoció la voz que la atrajo por el imán de su olor, a bosque, a selva, a caricias de manos traviesas haciéndola desear ese juego. Buscó esa boca hasta envolverla por completo. Mordió esos labios como cerezos tiernos, y su lengua recorrió cada milímetro sin prisa…

El simplemente dijo “es suyo, disfrútelo, es para usted” y hundía sus ganas de sentirla. “No quiero más música que la suya”.

Con aceite recorrió la nariz de tigre que dibujaba su cadera prominente de perfil en la penumbra. Esos dedos reconocieron sus pliegues hasta provocar palpitaciones, contracciones. Abrieron las puertas del cielo infinito. Bajo el manto misterioso del abrazo enardecido. El éxtasis mutuo les hacía parecer una lánguida criatura, un solo aroma, música de “amor deseo”, empapados de rocío, como náufragos que arroja una “barca atracando en el deseo”.

La ducha los refrescó de nuevo, eran Adán y Eva, Tristán e Isolda, Pigmaleón y Galatea…

Se besaron de nuevo con la ternura de abril en un reflejo de luna.

Le había servido usar pañal durante un mes y orinar al primer impulso, entrenamiento para lograr orgasmos, uno a uno hasta llegar al múltiple. Cultivar el deseo fue su meta.

Rehabilitar sus músculos ancestralmente oprimidos por la culpa, el deber y postergarse a si misma hasta el casi olvido.

Recordaba esa ocasión cuando al competir en 50 metros libres, nunca le había pasado; esa vez era distinto. Bajo presión, en medio de la algaraza, pateaba a toda velocidad le frotó el clítoris, haciéndola llegar desvanecida por la mezcla del esfuerzo con la explosiva sensación del orgasmo.

Orinar en medio de una conversación, de camino a la comunión en la misa dominical, del tráfico abrumador. Hasta sentir micro orgasmos que ocultaba tras una sonrisa traviesa y un bochorno. Era como encontrarse a sí misma en medio de una prisión construida por los muros de la expectativa social.

Una y otra vez lo repitió. Liberar el clítoris escondido tras los dedos oscuros del abuso infantil que lo hechizaron, casi mutilaron. Pensó en las africanas que son castradas desde bebés. En las pequeñas usadas para pornografía infantil. Cuanta niñez dolida se reivindicaría con este hallazgo; su cuerpo, laboratorio multisensorial, un clítoris contiene ocho mil terminales nerviosas. Que intenso.

Orinar y respirar se volvieron terapia por intuición.

Fue sanador el encuentro con el ser de luz que mágicamente pronunció: “es suyo…disfrútelo”. Soy para usted, soy de usted. Un sorbo de café de pluma de Oaxaca, la hicieron verter estas letras sobre el papel tamaño esquela, mientras soñaba despierta.

Su ropa era la antesala perfecta, cada vez más conciente, dibujaba su cuerpo invitando a acariciarla con la mirada, como un pájaro sediento descansa en el manantial de sus pechos, en la cañada de sus muslos lisos, tersos que la falda envolvente dejaba asomar a cada paso.

Sentada, invitaba a manos traviesas, una fiesta era su renovado cuerpo. Fiesta al deseo.

Cada vez que así se sentía, sucedían cosas inexplicables, indescriptibles, “no sé porqué pero pensaba en ti” le decía Pigmaleón cuando llamaba por teléfono. Era como haberle marcado telepáticamente y la voz del bosque entero, de playa del Carmen, Pie de la Cuesta, entrara por el auricular. Ella, complacida por la demostración a sí misma de la fuerza contenida en ese misterio del amor-deseo; encontró la llave. Recordó el guión del cortometraje donde simplemente dijo: ¡Aquí está la llave! era su frase favorita y de regalo decirla en un documento para la posteridad ¡aquí está la llave!

La de la seducción, la del deseo, la del universo, la del clítoris liberado, la del infinito posible…la que abre la recepción del parabólico misterio.

El éxtasis de lo femenino arribó para inundarla. Quedó preñada del bosque, de rugido de mar a media noche. Ahora quería comer león en Cuernavaca, en el autobús, en la carretera, al amanecer, en Pie de la Cuesta, en Cancún, en su cama vacía de sábanas verde óptico donde sus dedos escribían música con arpegios de autoexploración.




Educación, intuición, sentido común, talentos...¿qué más..?

Hola!
Unas preguntas para mi diagnóstico, en busca de un pronóstico.

¿Cuál ha sido el profesor o profesora que más recuerdas?
¿Qué lo hace especial en tu formación académica?
¿Qué anécdotas contarías a tus nietos?
¿Cómo imaginas la escuela ideal?
¿Qué debe enseñarse ahí, cómo, quién, cuánto tiempo, con qué lenguaje, herramientas, cuánto debe costar, qué hace falta, que se nos ha olvidado, cómo incluirlo, qué puertas tocar (sin que te cueste la integridad...)?
...Así, dialogando podríamos sumarnos a la formación de una escuela para la vida, donde se consideren aspectos de nuestra condición humana, la complejidad, llegar a la conciencia como el agua llega a nuestras céluas al ingerirla por necesidad, por educación, para ser saludables.

Intuición, todos la poseemos; pero ¿cómo confiar en ella si nos han enseñado a manejarnos por órdenes, por calificaciones, por cuadros de honor...?

Sentido común.- ¿Cómo se entrena, adquiere, cuál es su función, quiénes lo tenemos, cómo considerarlo, qué peso puede tener en la toma de decisiones? ¿Qué papel juega la cultura en su desarrollo? ¿Cuánto peso tiene el contexto para ser creativo, propositivo, intuitivo, libre, responsable, hábil, generar la capacidad de logro, superar la frustración con trabajo, constancia, tolerancia ó capitalización de los errores?

Talentos.- Nunca imaginé que un autógrafo "para mi Sor Juana
en potencia"de mi maestra Martha Rangel Escamilla en segundo de secundaria, marcara el innicio de mi formación traducida en estas ganas de escribir, caprichos, ideas, tormentos, delirios, cuentos...y algo de mi educación, porque he aprendido que nunca dejamos de aprender...hasta dos horas antes de morir o hasta la muerte.

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Corazón de Ceiba: Lo que un día empezó con una intención, hoy empieza a tomar forma, un espacio para la reflexión, el crecimiento, la creatividad y el fomento a la imaginación, pura o impura, dependerá de cada uno. Podrás venir a Meditar, a comer sabroso, a conversar. Aquí estamos con una linda sombra y un poco de música para acompañar tu experiencia. Vivir con alegría en el corazón y una mente nutrida de amor a la vida. Bienvenidos!